El término Bullying se ha utilizado para designar las relaciones de maltrato y/o de abuso entre iguales que se producen, más habitualmente, en el marco escolar. La palabra “bully” procede del inglés y quiere decir “matón”, por ello se corresponde con todas las relaciones que tienen un carácter abusivo, siempre que haya una víctima y una persona que perpetra dichos abusos.
Su significado se relaciona con conductas como la intimidación, la amenazas, los malos tratos físicos continuados, las humillaciones en público, el rechazo social, el chantaje, los insultos reiterados, los motes.... Situaciones de abuso en las que no hay provocación previa por parte de la víctima y en las que existe intencionalidad por parte de las personas agresoras.
La definición más aceptada y generalizada en la comunidad científica es la del experto noruego Dan Olweus, primer investigador del bullying, "Un alumno es agredido o se convierte en víctima, cuando está expuesto de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos”.
En esta definición se señalan tres condiciones que son claramente indicadores de que se está produciendo una situación de intimidación o maltrato hacia otro alumno o alumna.
1. Estar expuesto o expuesta, quiere decir ser víctima y, por tanto, que existe un desequilibrio o abuso de poder en la relación. La persona agresora se aprovecha de situaciones en las que la víctima está en una situación de inferioridad. Como por ejemplo, en una situación de debilidad (física, discapacidad...), ante una característica personal específica (minoría étnica, orientación sexual...), o por una situación contextual concreta (recién llegado a un centro, problemas de relación...).
2. El maltrato o la agresión se repite en el tiempo: no es un incidente aislado que ocurre en una sola ocasión. Para que se considere que existe una situación de bullying, debe ocurrir una repetición de las conductas descritas como abusivas.
3. Acciones negativas: se entiende por acciones negativas aquellas en las que alguien inflinge de forma intencionada o intenta infligir malestar a otra persona. Para ello puede utilizar diversos medios (maltrato físico, agresión verbal, amenazas, rechazo explícito...).
Las conductas de acoso e intimidación utilizados por la persona agresora hacia la víctima se pueden clasificar en los siguientes tipos:
- Físico: pegar (empujar, zancadillas, puñetazos...), amenazar con objetos, armas... Puede ser inflingido a la víctima: en este caso estaríamos hablando de maltrato físico directo; e indirecto si se rompen, esconden o roban objetos o pertenencias.
- Verbal: en el caso directo son insultos, amenazas y motes, hacer correr falsos rumores, hablar mal de alguien...
- Social: se trata de aislar, excluir, ignorar, no dejar participar a alguien.
Además de las tipologías anteriores se hace referencia a bullying racista (si las conductas de acoso hacen referencia procedencia étnica o en los orígenes de la víctima), bullyig sexual (si se hace referencia a la intimidad sexual o corporal de la víctima) y bullying homófobo (en referencia a la orientación sexual).
Esta clasificación no quiere decir que las conductas de acoso se produzcan separadamente sino que, habitualmente, una víctima puede sufrir simultáneamente de maltrato físico, ser excluido e insultado por la persona o por el grupo agresor. Además, el psicológico como tipología de maltrato esta incluido en todas las conductas de acoso anteriores y aumenta la sensación de inseguridad de la víctima.
En las conductas explícitas o directas de acoso físico, verbal o social la persona o grupo agresor esta visible y es identificable por la víctima. La víctima se da cuenta de quién le esta haciendo daño. En las conductas indirectas (rumores, robos, culpabilizar a una persona inocente....) es más sutil y por lo tanto más difícil para la víctima identificar lo que le está ocurriendo.
http://www.psicoeducacion.eu/psicoeducacion/bullying/orientacion/bullying.ppt#256,1,Diapositiva 1
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